“¿Cómo podríamos ser creíbles (…) si no reconocemos nuestros errores y nos inclinamos a curar las heridas que hemos causado con nuestros pecados? La curación comienza confesando el pecado que hemos cometido”, con estas palabras el papa Francisco afirmó que la Iglesia ha sido partícipe de abusos.
En su discurso señaló la violencia sexual, falta de determinación para luchar por la paz, agresiones contra mujeres, migrantes y pueblos indígenas, entre otros. “(…) era necesario llamar por su nombre a nuestros principales pecados”, refirió.
Además, tres personas contaron sus testimonios: el barítono sudafricano Laurence Gien relató la violencia física, sexual y psicológica que le provocó un miembro del clero; Deema Fayyad, una monja siria, describió las heridas que le dejó la guerra; y Sara Vatteroni, directora de la Fundación Migrantes en Toscana, mostró su consternación por la muerte de migrantes que intentan llegar a Europa.
Un total de siete cardenales se sumaron a las disculpas en la ceremonia que antecede al Sínodo, donde se discutirán temas relevantes para la Iglesia.
Anteriormente, esta misma semana, el papa también condenó a los abusadores en la misa del Estadio Rey Balduino en Bruselas y manifestó su apoyo a las víctimas: “Los escuché, sentí su sufrimiento como abusados y lo repito aquí: en la Iglesia hay lugar para todos, pero todos serán juzgados y no hay lugar para el abuso, no hay lugar para encubrir el abuso. Pido a todos: ¡No encubran los abusos! Pido a los obispos: ¡No encubran los abusos! Condenen a los abusadores y ayúdenles a curarse de esta enfermedad del abuso”.
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